Cocinar el futuro con el Sol
Autor: Rafael Forteza
Tiempo de lectura: 5 minutos
La cocina es una forma de compartir, una manera de conectar, una forma de alimentarse con los frutos de la tierra que nos rodea. Cocinar es un acto cotidiano para todos nosotros.
Para cocinar los alimentos, se necesita calor. Y para producir ese calor, se necesita energía. Si pensamos en los miles de millones de personas que cocinan cada día en el mundo, entendemos rápidamente que esto representa un enorme consumo de energía.
Esa energía puede provenir de diversas fuentes. Algunas son más contaminantes que otras. Por ejemplo, se estima que el uso de energías no renovables para cocinar genera por sí solo alrededor de una gigatonelada de CO₂ cada año. Esto equivale al 2 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (Verma et al., 2024).
No todo el mundo tiene acceso a fuentes de energía renovable para cocinar. Por eso, en un contexto de transición ecológica, pensar en alternativas que permitan limitar los efectos negativos sobre el medio ambiente de este acto cotidiano es crucial.
Ahí es donde entra en juego el horno solar. Con sus múltiples formas y diseños, esta tecnología ofrece una solución prometedora para reducir la huella ecológica en las cocinas del mundo entero, y mucho más.
Concretamente, estos ingeniosos hornos utilizan la energía solar para alcanzar temperaturas que pueden llegar hasta los 350 °C, según el modelo. Así permiten cocinar alimentos sin recurrir a fuentes de energía con altas emisiones de CO₂.
Como beneficio adicional, ayudan a preservar los ecosistemas forestales en regiones donde la leña es la principal fuente de energía para cocinar. Y como si eso no fuera suficiente, los beneficios también se sienten en los hogares, donde los gastos asociados a la compra de leña o carbón se reducen considerablemente (McCann et al., 2024).
Por supuesto, existen muchos desafíos en el camino hacia la democratización de los hornos solares. Su accesibilidad, su mantenimiento o la variabilidad de la energía solar son algunos ejemplos. Pero, nunca se debe decir nunca.
Para entender mejor cómo pueden superarse estos desafíos, podemos inspirarnos del recorrido de Ruth Moscoso, fundadora del restaurante Qori Inti en la comunidad de Pica, en Chile, donde se prepara platos tradicionales a base de ingredientes locales. Y todo esto solo gracias a la energía del Sol.
Cada vez más iniciativas gastronómicas en regiones con muchas horas de sol utilizan ahora la cocina solar para preparar sus platos. Esta práctica está en el centro de la iniciativa «Empoderamiento económico de las mujeres, emprendimiento verde y agroecológico en las comunidades aymaras de Jesús de Machaca», llevada por Village Monde en colaboración con Pro-Rural en Bolivia.
Si decides ir a tomar el sol próximamente, mantén los ojos bien abiertos: quizás tengas la oportunidad de saborear una comida llena de luz.
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