Turismo de masas: ¿qué consecuencias?

Turismo y desarrollo sostenible

Autora : Romane Pelletier

En 2019, la Organización Mundial del Turismo (OMT) estima que habrá más de 1 460 millones de llegadas de turistas internacionales en todo el mundo. Estas cifras triplican las de hace treinta años e ilustran perfectamente el carácter «masivo» del turismo actual.

Turismo de masas, ¿cómo y por qué?

El concepto de «turismo de masas» surgió en la década de 1950. Con la introducción de las vacaciones pagadas en la mayoría de los países europeos en la primera mitad del siglo y la «vuelta a la normalidad» tras la Segunda Guerra Mundial, los trabajadores europeos empezaron a tomarse vacaciones, primero en casa y luego fuera de su país de origen, una práctica hasta entonces reservada casi exclusivamente a la élite social y los ricos.  

En la segunda mitad del siglo, el proceso de descolonización llevó a muchos países de todo el mundo a orientarse hacia nuevos sectores económicos e industrias. Instituciones internacionales como el Banco Mundial fomentaron enérgicamente la creación de proyectos turísticos e incluso los financiaron en algunos países en desarrollo, como en la República Dominicana, México y Marruecos.  

Numerosas infraestructuras turísticas florecieron en todos los rincones del mundo, sobre todo a lo largo de la costa: estaciones balnearias, centros de vacaciones y complejos hoteleros se convirtieron en moneda corriente y acogieron cada vez a más visitantes. Las agencias de viajes están desarrollando estrategias de marketing innovadoras y se están generalizando las vacaciones «combinadas», en grupo o «todo incluido»; el desarrollo de Internet y la aparición de empresas de viajes de bajo coste también están fomentando la llegada masiva de turistas a destinos concretos y por periodos cortos.

Turismo de masas y economías locales

Como fuente importantísima de beneficios, la industria turística se está convirtiendo en una de las más importantes del planeta: la OMT calcula que generó en 2019 unos 1700.000 millones de dólares en todo el mundo.  

El turismo se está convirtiendo incluso en uno de los pilares de la economía de algunos países: por ejemplo, representó el 26,4% del PIB de Seychelles o el 19,7% del PIB de Tailandia en 2019, según datos del Consejo Mundial de Viajes y Turismo. Aunque este sector genera oportunidades financieras y profesionales en los territorios visitados, su omnipresencia provoca fenómenos de dependencia y vulnerabilidad económica. La crisis mundial del COVID-19 lo ha demostrado claramente: el número de puestos de trabajo en el sector turístico directamente amenazados por la crisis se situaba entre 100 y 120 millones en 2020, según la OMT, sobre todo en los países en desarrollo.

A pesar de su potencial económico, el turismo de masas provoca muchos desequilibrios. Muchas empresas ven en su éxito una oportunidad de generar beneficios, a menudo en detrimento de las poblaciones locales. Como resultado, los habitantes de algunos destinos populares ven cómo el coste de su vida diaria aumenta drásticamente, mientras que sus ingresos no siempre son suficientes para seguir el ritmo. Los beneficios generados por el turismo no siempre generan repercusiones locales positivas, ya que suelen ir a las grandes empresas que operan en la zona en lugar de beneficiar a los pequeños comerciantes y a la población local.

Impacto en las personas y el patrimonio

El deseo de descubrir un país o una cultura en sólo unos días, o incluso unas horas, fomenta el desarrollo de formas de turismo que explotan a las poblaciones locales. La mayoría de los visitantes vienen a descubrir un lugar sin conocer su historia ni su cultura, y traen consigo muchas ideas preconcebidas y estereotipos sobre la población local y su modo de vida. Por ejemplo, para satisfacer su búsqueda de lo exótico y pintoresco, en muchos países han surgido pueblos «típicos» protagonizados por las comunidades locales, donde los turistas pasean y observan cómo posan todo el día con trajes tradicionales, ofreciendo una visión fantaseada y errónea de su vida cotidiana, sin recibir necesariamente una compensación justa por ello.  

La llegada y circulación de un número cada vez mayor de viajeros también está provocando un llamativo fenómeno de sobrevisitación en muchos destinos, conocido como «sobreturismo». Algunos lugares son tan populares que los lugareños se ven obligados a abandonar sus casas para huir de la cantidad impresionante de visitantes. La ciudad de Venecia, en Italia, es uno de los ejemplos más llamativos, con una media de 545 turistas por habitante. Como las calles y las infraestructuras no están diseñadas para acoger a tanta gente, la ciudad se masifica rápidamente y su patrimonio se deteriora. Esta situación lleva incluso al rechazo del turismo por parte de algunos habitantes hartos de la degradación de su modo de vida.  

El mismo fenómeno se está produciendo en cada vez más lugares turísticos de todo el mundo, y quieren invertir la tendencia. Decenas de ellos están empezando a establecer normativas para contrarrestar los efectos del turismo excesivo. La emblemática ciudad inca de Machu Picchu, en Perú, recibe ahora un número limitado de visitantes, frente a los 1,5 millones de 2019; en Australia, la escalada a la roca sagrada de Uluru está prohibida desde octubre de 2019 a petición de las comunidades nativas anangu, por motivos culturales y de seguridad.

Consecuencias medioambientales

Se han adoptado medidas más estrictas para limitar el impacto medioambiental del turismo de masas. Muchos lugares naturales ven deteriorarse su estado y su biodiversidad a su paso: es lo que se conoce como erosión turística. La famosa playa tailandesa de Maya Bay se cerró en 2018 y no reabrirá hasta principios de 2022 para dar tiempo a los arrecifes de coral a regenerarse; ahora los turistas solo vuelven en número limitado y tienen prohibido entrar en el agua para proteger la fauna marina.  

La expansión del turismo ha ido acompañada de un aumento considerable de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por el sector, debido sobre todo a la utilización de medios de transporte muy contaminantes, como los aviones y los cruceros. Estos últimos son una auténtica lacra medioambiental: según un estudio de Transport & Environment, el mayor grupo de cruceros del mundo emitió en 2017 diez veces más dióxido de azufre que todos los coches de Europa, contando solo sus barcos que navegan por mares europeos…. Durante la COP25 se estimó que las emisiones del transporte turístico representaban el 22% de las emisiones totales del transporte mundial.  

El desarrollo del sector también provoca un consumo excesivo de energía y una sobreexplotación de los recursos naturales en todo el mundo. Por ejemplo, el mantenimiento y la explotación de instalaciones hoteleras y de ocio requieren grandes cantidades de agua y electricidad para funcionar, cuando las poblaciones circundantes pueden tener poco acceso a esos recursos a diario. La construcción de estas infraestructuras puede tener en sí misma graves consecuencias si no se realiza de manera responsable: deforestación, deformación del paisaje y alteración de los ecosistemas locales son algunos ejemplos. 

©Arno Senoner – Unsplash

¿Qué se puede hacer?

Para evitar contribuir a los efectos negativos del turismo de masas, es importante tener en cuenta que cada acción cuenta. Limitar nuestro impacto ambiental, optimizar los beneficios económicos y sociales de nuestros viajes y ser conscientes de la importancia de nuestro comportamiento individual son las claves de un turismo mejor y más sostenible. Para saber más, no dude en consultar nuestra carta del viajero responsable.

Planificar bien el viaje y el itinerario, informarse sobre el destino elegido y consultar la oferta turística disponible in situ son acciones que permiten conocer mejor las cuestiones vinculadas al viaje antes de salir. Elegir un destino fuera de caminos trillados, actividades respetuosas con el medio ambiente y las poblaciones locales, y un alojamiento de calidad harán de su estancia una experiencia única y más responsable. Para ayudarle a orientarse, nuestra plataforma de reservas en línea Vaolo ofrece una amplia selección de alojamientos y actividades certificados y probados por una comunidad de exploradores de todo el mundo.

Por último, está la cuestión de las emisiones de carbono, que generalmente se producen durante nuestros viajes. En efecto, puede resultar difícil prescindir de un avión, un coche de alquiler o un barco, según el destino elegido. Sin embargo, hay herramientas que pueden ayudarle a reducir su impacto: la compensación de carbono, que puede encontrar en nuestra web. Al financiar uno de los proyectos propuestos, contribuyes al desarrollo de formas de gestionar y reducir las emisiones de carbono en otros lugares del planeta, compensando así tus propias emisiones.

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